7/27/2015

La columna

Arranque de columna semanal


La columna


Ese género maravilloso que de un tiempo a la fecha se convierte en uno de los más leídos. Porque la gente no lee la nota de prensa, en el encabezado cree haber entendido todo y defiende con fe ciega una opinión que cree personal basada en un atisbo, en un brevísimo enunciado.
Cuando ves un post de Facebook o el título de la nota en Twitter te haces una idea. Pero cuando lees algo más “profundo” al respecto y, además, escrito por un nombre famoso, multicitado en redes o con la foto de un escritor no puedes dejar de asomarte un poco.
Y ahí actúa La Columna con toda su fuerza.


Los viejos tiempos

Recuerdo aquella época de la prensa diseñada por cuadratines, de contar las letras y las palabras para que “entrara” en la columna. Sí, tuve esa oportunidad.
Y me acuerdo muy bien que si había algo aburrido en el periódico era la columna de opinión. La foto de un viejo bigotón invariablemente de traje haciendo gesto de pertenecer a una sociedad secreta (como las de Umberto Eco) que con palabras del siglo XIX trataba a toda costa de defender algo que tampoco era nada claro.
Cuando la prensa escrita tenía al periódico como único depositario las columnas de opinión era la cosa más aburrida y poco importante. Sólo las leían los políticos y esos viejos aburridos que pasaban los ojos por todo el periódico gracias a su tiempo libre o al ocio disfrazado de empleo.
La columna cambió. Del  lenguaje críptico (sí, así como la palabra misma) al golpeteo directo, a la queja, al ataque y la demostración. Y en lugar de que sendas autoridades en el tema desarrollen sobre un asunto, es el director del periódico, el editor o un periodista con reputación (buena o mala) quien la escribe.

La calumnia o columna
El género de la columna no es noticioso como tal, sino de opinión. Es decir, no hay noticia sino opinión acerca de una noticia, evento o situación. Por ende una columna es una visión de un gran todo, un enfoque, un modo de ver las cosas.
Lo más importante es que no tiene compromiso alguno con la verdad, no pretende ser verdad pero sí erige una verdad. Nunca nos detenemos a analizarlo, pero el columnista habla del tema como si aquello que dice fuera la verdad única. Y nosotros lo creemos, porque lo está escribiendo, lo estamos leyendo (y leer es bueno desde la Biblia hasta las Sombras de Gray, dicen).
Así que los columnistas de este momento y los de antaño poseen el maravilloso poder de ser como una cámara de la realidad, ellos retratan, destacan y perfilan la parte que desean. Y nosotros “entendemos” mejor la noticia. Claro que este poder es para bien y para mal, en sus manos la posibilidad de extorsionar, de sesgar, denostar u ocultar eventos e información. O la de aclarar, resaltar y hasta llevar al lector hacia un sesgo más humanizado o justo, según sea el caso.
No en balde, en el argot de los viejos la pregunta siempre fue: ¿Escribes columnas o calumnias?


Las nuevas maneras de leer “noticias”
A diferencia de antaño, ahora no es tan simple saltarse las fotos aburridas de los viejos bigotones. En principio porque los bigotes están de moda  y las redes sociales tienen la posibilidad de “viralizar” cualquier contenido, siempre y cuando se le invierta suficiente dinero a dicha publicación. De manera que en tu muro aparecerá primero el que mejor pague sin que importe el contenido o la idea.
Y ahí lo interesante de las columnas, más allá de que sean escritas por tu autor favorito, por un periodista famoso o simplemente traigan una foto atractiva, aparecerán siempre en tu muro de manera muy llamativa.
Y más allá de tus ideas, es una buena manera de perfilar la información que tienes hacia los senderos adecuados. De manera que nunca te preguntarás cosas muy básicas de ciertas noticias, además de sumarte con argumentos razonables a un modo de ver la información, de generar una ideología, de hacer el mundo.

Alguien paga

Más allá de teorías de conspiración, todos sabemos que los periódicos, los grupos, aquellos que ostentan un poco o un mucho de poder, tienen tras de sí una ideología, una manera de enfocar la realidad. Lo que para unos es una ofensa, para otros es una práctica común, aquello que resulta inmoral para unos es la manera de hacerse de recursos para otros.
Y de esta manera se maneja la información del modo más conveniente para una u otra ideología o tendencia. Y un columnista es eso: un ideólogo, él procesa la información, le da un sesgo. No genera noticia, sino que la guía, te lleva hacia cierta manera de comprenderla.


Desgastarse en post

Y como ningún columnista hasta ahora ve la realidad como la miro yo, pues me dedicaré a ahondar en ciertos temas desde mi propia visión. Les prometo que hasta ahora nadie me paga por hacer la columna, de hecho la pongo a disposición de cualquier medio que guste usarla, sea físico o virtual. No le pondré un solo centavo a “viralizarla”, sólo tiempo de reflexión y mucha disciplina para estar aquí todos los lunes. Y quizá de vez en vez alguna que otra foto.

Seguro que no hablaré de temas políticos o económicos que me pongan en riesgo, tampoco predicaré qué es lo mejor del mundo o de cómo nos salvaremos a nosotros y nuestros hijos.  Pero les prometo que compartiré una visión que tiene detrás muchas lecturas, mucho camino recorrido y, sobre todo, la honestidad de un juglar contemporáneo medio cínico, medio amoroso y que está comprometido con crear nuevas vías, diversas maneras de hacer mundos más amables.